John Pilger: Los primeros cien días de Obama
Por John Pilger para The New Statesman | Traducido para Rebelión por Andrés Prado
En su última columna para The New Statesman, John Pilger describe el poder de la publicidad –desde los efectos del tabaco hasta los políticos– mientras alcanza a ver lo que hay detrás de los primeros cien días del presidente Barak Obama.
La serie norteamericana de la BBC "Mad Men"* nos ofrece un raro destello del poder de la publicidad corporativa. La promoción del tabaco que hace medio siglo hizo la gente "lista" de Madison Avenue, conocedora de la verdad, condujo a infinidad de muertes. La publicidad, y su gemela las relaciones públicas, se convirtió en una forma de engañar inventada por aquellos que habían leído a Freud y aplicaban la psicología de masas a lo que fuera, desde cigarrillos a políticos. De la misma manera que el hombre de Marlboro significaba la virilidad en sí mismo, los políticos podían tener marca y ser empaquetados y vendidos.
Hace ya más de cien días desde que Barak Obama fue elegido presidente de los EEUU. La “marca Obama” ha sido denominada “Anunciante 2008 de la Era de la Publicidad”, batiendo fácilmente a Apple Computers. David Fenton de MoveOn.org describe la campaña electoral de Obama como "una comunidad organizativa y tecnológica, institucionalizada y automatizada a nivel de masas que nunca antes había existido y que tiene una fuerza muy poderosa". Tomando posiciones estratégicas con internet y un eslogan plagiado del coordinador del Sindicato Latino, César Chávez, –"Sí, podemos” o “Yes, we can”– la comunidad tecnológica automatizada a nivel de masas comercializó su marca para ganar en un país desesperado por librarse de George W. Bush.
Nadie sabía a qué hacía referencia la nueva marca. Tan lograda fue la publicidad (se llegó a gastar, tan sólo en anuncios de televisión, la cifra record de 75 millones de dólares) que muchos estadounidenses creyeron en realidad que Obama compartía su oposición a las guerras de Bush. De hecho, apoyó repetidas veces el acicate belicista de Bush y su financiación por el Congreso. Muchos estadounidenses creyeron también que era el heredero del legado de anticolonialismo de Martin Luther King. Y aunque Obama tuviera siquiera un significado, aparte del vacuo "Cambio en el que puedes creer", sería el de la renovación de EEUU como un abusón dominante y avaricioso. "Seremos los más fuertes", ha declarado a menudo.
Quizá la publicidad más efectiva de la marca Obama la hayan llevado a cabo, de manera gratuita, aquellos periodistas que, cual cortesanos de un sistema voraz, promocionan caballeros andantes. Ellos le han despolitizado al interpretar sus discursos manidos como "hábiles creaciones literarias, ricas, como aquellas columnas dóricas, con alusiones...” (Charlotte Higgins en The Guardian). El columnista del San Franciso Chronicle, Mark Morford escribió: "Mucha gente espiritualmente iniciada que conozco... identifica a Obama como un iluminado, esa rara clase de persona sintonizada que... puede en verdad ayudar a introducir una nueva manera de estar en el planeta".
En sus cien primeros días Obama ha disculpado la tortura, se ha opuesto al habeas corpus y ha exigido más gobierno secreto. Ha mantenido el “gulag” de Bush intacto y a al menos 17.000 prisioneros fuera del alcance de la justicia. El 24 de abril sus abogados ganaron un recurso que dictaminaba que los presos de Guantánamo no eran “personas” y por tanto no tenían derecho a no ser torturados. Su director nacional de inteligencia, el almirante Dennis Blair, dice que cree que la tortura es efectiva. Uno de sus altos cargos de inteligencia en América Latina está acusado de encubrir la tortura de una monja americana en Guatemala en 1989; otro es un defensor acérrimo de Pinochet. Como Daniel Ellsberg ha señalado, los EEUU tuvieron la experiencia de un golpe militar bajo el mandato de Bush, cuyo secretario de “defensa”, Robert Gates, junto con esos mismos oficiales pro-guerra, ha sido mantenido en el puesto por Obama.
En todo el mundo se ha intensificado el violento asalto americano a gente inocente, directamente o mediante sus agentes. Durante la reciente masacre en Gaza, informa Seymour Hersh, “el equipo de Obama hizo saber que no pondría objeciones al nuevo suministro planificado de “bombas inteligentes” y otras armas de alta tecnología, que ya estaban fluyendo hacia Israel” para ser usadas en la matanza de niños y mujeres en su mayoría. En Pakistán, el número de civiles muertos por misiles estadounidenses lanzados por aviones teledirigidos –drones– se ha más que duplicado desde que Obama llegó a la oficina.
En Afganistán Obama ha ampliado la “estrategia” de matar gente de las tribus Pastún (los “talibán”) para darle tiempo al Pentágono de construir una serie de bases permanentes a lo largo del devastado país donde, dice el Secretario Gates, los militares estadounidenses permanecerán indefinidamente. La política de Obama, una que no ha cambiado desde la guerra fría, es intimidar a Rusia y ahora también a China, otro rival imperial. Está llevando a cabo la provocación de Bush de situar misiles en la frontera occidental de Rusia con la justificación de contrarrestar a Irán, a la cual acusa, absurdamente, de suponer “una amenaza real” para Europa y los EEUU. El 5 de abril pronunció en Praga un discurso calificado de “anti-nuclear” por la prensa. No fue nada de eso. Bajo el programa de Reemplazamiento Seguro de Cabezas Nucleares del Pentágono, los EEUU están construyendo nuevas armas nucleares “tácticas”, diseñadas para oscurecer la distinción entre guerra nuclear y guerra convencional.
Quizá la mayor mentira –equivalente a decir que fumar es beneficioso– sea el anuncio de Obama de que los EEUU se van de Irak, el país al que han reducido a un río de sangre. Según la opinión positiva de planificadores del ejército estadounidense, hasta 70.000 efectivos permanecerán durante “los próximos 15 a 20 años”. El 25 de abril su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo alusión a ello. No es una sorpresa que las encuestas estén mostrando que un número creciente de americanos creen que les han tomado el pelo, especialmente cuando la economía del país ha sido confiada a los mismos estafadores que la destrozaron. Lawrence Summers, el principal consejero económico de Obama, está soltando 3 trillones de dólares (3.000.000.000.000) a los mismos bancos que el año pasado le pagaron más de 8 millones de dólares, incluidos 135.000 dólares por un sólo discurso. El cambio en el que puedes creer.
Mucha gente de la élite estadounidense detestaba a Bush y Cheney por poner en evidencia y amenazar la marcha hacia delante del “gran diseño” de América, como lo denomina Henry Kissinger, criminal de guerra y ahora consejero de Obama. En términos publicitarios, Bush supuso un “colapso de marca” mientras que Obama, con su sonrisa de anuncio de pasta de dientes y sus clichés moralmente correctos, es un regalo de Dios. A primera vista, ha percibido el descontento con la guerra en su país y hace brotar las lágrimas en los ojos desde Washington hasta Whitehall**. Es el hombre de la BBC y el hombre de la CNN y el hombre de Murdoch y el hombre de Wall Street y el hombre de la CIA. Los Mad Men lo han hecho bien.
http://www.johnpilger.com/page.asp?partid=530
http://www.newstatesman.com/north-america/2009/05/barack-obama-pilger-bush
* Mad Men es un término acuñado a finales de los años 50 para describir a los ejecutivos publicitarios de la Avenida Madison, pero que también significa Hombres Locos. Ver escena MadMen 1x13 El Carrusel. N. del E.
** Whitehall es una calle de la ciudad de Westminster en Londres , la capital del Reino Unido . Es la principal arteria que va hacia el norte desde la Plaza del Parlamento hasta el extremo sur de Trafalgar Square . A lo largo de esta vía, decorada con la estatua de Carlos I , se pueden encontrar muchos ministerios gubernamentales. Debido a esto, el nombre "Whitehall" es frecuentemente usado como un metónimo para gobierno administrativo, aunque también es un nombre geográfico para un distrito cercano. N. del T.
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